No justifiquemos nuestra densidad, amargura, oscuridad, rabia. Seamos lo que hubiéramos deseado recibir de los demás. Si tuvimos el poder y la valentía de recorrernos, reconocernos y desapegarnos de los lodosos y pesados aspectos de nosotros mismos, de nuestras actitudes infinitamente repetidas,copiadas y aprendidas, si pudimos superarnos a nosotros mismos, reconocernos y soltarnos en su gran mayoría o todo, entonces, definitivamente el mundo cambiará.
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